viernes, 28 de febrero de 2014

La magia existe

No se cantar, es algo que me gustaría, pero nunca he sabido, prefiero la palabra escrita. Tampoco es que haya puesto mucho empeño en aprender, pero soy el primero en recrearme con mis canciones favoritas dándolo todo cuando estoy solo en casa.

A veces me imagino cómo sería tener esa fuerza y ese poder en el abdomen que te llena los pulmones y sube hasta llegar a la garganta. De echar esa bocanada de aire melódica que al escucharla es capaz de revolverte entero por dentro, erizarte la piel e incluso hacerte llorar casi sin pronunciar palabra alguna. 
Es casi mágico. 

lunes, 24 de febrero de 2014

Soy un desastre

Soy un desastre, aunque eso no es ninguna novedad ya y mi habitación es el ejemplo perfecto. Un espacio bastante caótico lleno de papeles, cables, focos y chorradas, y mejor no hablemos del atrezzo y vestuario para fotos porque podría quedarme aquí horas escribiendo. Si no fuera sólo eso… ¿Organizarme? JA. Llego tarde a todos lados, siempre me pasa algo que aunque intente llegar a tiempo o antes, acabo por salir por la puerta a la hora que había quedado.

Pero de todo esto vas aprendiendo algo: siempre llevo un cepillo de dientes y una muda en la mochila porque nunca sabes cuándo has de salir corriendo.


- En ese momento sonó el teléfono, sonreí-. Lo siento, he de irme.

viernes, 21 de febrero de 2014

Fiebre

Es de madrugada. Tengo los ojos enrojecidos por la luz del portátil, sufriendo migrañas y me duelen los brazos una barbaridad, aparte que al espalda la tengo jodida. ¿Y qué diablos hago aquí entonces? Pues que un síntoma de la fiebre es la inspiración o tengo ganas de escribir, vete  saber. Pero aquí estoy, escribiendo varios textos seguidos para que no haya nada que se me escape. No me responsabilizo de lo que escriba bajo estos efectos regalo de alguna divinidad un poco hija de puta.
Lo curioso es que ya me ha pasado varias veces, esto de tener fiebre y ponerme a hacer cosas. Debe ser que la temperatura sube la tensión y el riego sanguíneo al llegar al cerebro hace que funcionen las neuronas. Yo que sé, me lo acabo de inventar, pero me ha quedado bastante convincente ¿no?

En fin, me voy ya a la cama con mi pastilla efervescente y a dormir que mañana… es mañana.

martes, 21 de enero de 2014

La guinda del pastel

Es curioso cómo a pesar de no buscar una relación ahora mismo, siempre busco unas facetas determinadas que la puedan provocar. Me explico.

He ido conociendo alguna que otra gente desde que estoy libre de ataduras sentimentales y siempre me han atraído los chicos con los que ha habido una complicidad determinada, con los que en otro momento de mi vida podría llegar a enamorarme a pesar de no ser capaz de estarlo ahora. Claro que a veces la libido y el morbo te juegan malas pasadas, o no tan malas, pero eso no deja de ser una diversión mutua y consentida por las dos partes (o las partes que haya, que aquí cada cual es libre), que no interviene en la ecuación anterior. El sexo es la guinda del pastel, estamos de acuerdo, pero la guinda cae sola y el pastel sigue estando igual de bueno. Nunca mejor dicho.

Supongo que al final te acabas rodeando de personas con unos gustos, unos objetivos o unos intereses semejantes a los tuyos. Que los polos opuestos difícilmente se atraen.

domingo, 5 de enero de 2014

Autorretrato

Preparo mi rincón de siempre. Cubro la pared con el fondo. Ajusto el trípode y enderezo la cámara. Coloco algunos focos de luz ambiental. Conecto la cámara al ordenador para encuadrar mejor. Aprieto el botón y la cámara empieza a hacer fotos.

No sé bien por donde comenzar y empiezo a hacer el idiota, me río de mi mismo, pongo algunas muecas, me entra la risa tonta. 
Miro la cámara de frente y veo como me seduce. Me quito la camisa de cuadros que llevo encima y miro la cámara de forma pícara, sé que quiere más. Sonrío, me insinúo levantándome la camiseta y enseñando los calzoncillos. Me saco la camiseta y la tiro por la habitación. La cámara sigue haciendo fotos cada 10 segundos ahora sacando el pelo de mi pecho. La situación me divierte, me entusiasma. Me desabrocho el cinturón y me bajo lentamente la cremallera. No sé si hacerlo, tengo mis dudas. Estoy sólo, solo estamos la cámara y yo. Me bajo los pantalones y los calzoncillos. Estoy desnudo ante la cámara, mostrando piel y pelo, con todos mis defectos y virtudes. Se me eriza la piel. 
Por cada disparo de la cámara noto que la diversión disminuye. Son disparos de verdad, de los que te hacen sangrar. Cada disparo es un recuerdo. Una sonrisa. Un enfado. Una carcajada. Un grito. Un abrazo. Un golpe. Un regalo. Un portazo. Un viaje. Una ilusión. Una decepción. Me encorvo y cierro los ojos, los tengo humedecidos. Me llevo las manos a la cara, tengo las orejas ardiendo y las manos heladas. Intento taparme ante la cámara con las manos y poniéndome de espaldas, no quiero que me vea. 

El estómago lo noto hirviendo y he de soltarlo. Insulto a la cámara, la señalo, le grito y le echo en cara todos los momentos que hizo suyos y ahora su valor es menor que cero. La ira me corroe hasta que me quedo sin voz. Me apoyo en la pared y me arrastro hasta caer al suelo mientras la cámara suelta la última foto. 

¡PATATA!